Con motivo de las elecciones presidenciales y parlamentarias de febrero
próximo, hemos visto desfilar, con gorra y sin gorra, a numerosas figuras
militares en diversas calidades, desde comentaristas políticos,
seudohistoriadores hasta candidatos al trono de Carondelet. Naturalmente,
ocultando en la mochila de combate sus verdaderas intenciones, bajo el
socorrido discurso de luchar contra la corrupción, defender la
institucionalidad, los derechos humanos y, muy especialmente, la libertad de
expresión.
Con motivo de las normas legales auspiciadas por el gobierno de la
Revolución Ciudadana y referidas a las pensiones militares, el griterío de este
sector se ha elevado hasta los cielos, como si viniera el fin del mundo. Así se
ha sacado a relucir a troche y moche el mito de "las gloriosas Fuerzas
Armadas", que según sus decires siempre estuvieron por la soberanía
nacional, el pan de los pobres y la majestad de la cultura.
todo ello para que los electores se olviden de páginas tenebrosas
escritas por altísimos jefes militares en distintas épocas, y para no ir muy
lejos, cuando los “cuatro coroneles de la traición", encabezados por el
contralmirante Ramón Castro Jijón, depusieron el 11 de julio de 1963 al presidente Carlos Julio Arosemena, cerraron todas las universidades y la Casa
de la Cultura, entregaron nuestra Amazonia a Cheveron Texaco, firmaron un Pacto
Secreto con el gobierno norteamericano por el cual se le entregaba la soberanía
sobre nuestro mar para beneficio de los piratas del atún , esos grandes
empresarios de California que saqueaban nuestras aguas.
Otro capítulo digno de recordación fue el famoso "golpe de la
Funeraria" cuando el general Raúl González Alvear, entonces ya conocido como
hombre de la CIA armó el sangriento asalto de Carondelet el 1 de septiembre de
1975 para desalojar del poder al gobierno encabezado por el general Guillermo Rodríguez Lara, a fin de acabar con la política petrolera nacionalista que les
recortó los colmillos a los grandes lagartos petroleros norteamericanos, como
en el caso del célebre convenio con ADA el consorcio fantasma traído por ese
digno representante de la peor oligarquía que fue Otto Arosemena Gómez. Golpe
fallido detrás del cual estuvo sin mucho ocultamiento, además de la CIA, el
sanguinario dictador chileno Augusto Pinochet. Y golpe que acabó del modo más
miserable con su jefe huyendo de Carondelet cuando ya había tomado el palacio,
para buscar asilo en los brazos del dictador chileno, dejando atrás una
veintena de muertos y heridos, entre los cuales varios de su bando.
¿ Y cómo olvidar a los célebres "triunviros" comandados por el
Almirantísimo Alfredo Poveda Burbano, que en su afán de impedir el triunfo del
líder democrático Jaime Roldós Aguilera, asesinó al dirigente político
economista Abdón Calderón Muñoz, que se había sumado abiertamente al triunfo
roldosista?
En fin, habría para páginas y páginas en enciclopedia si hablamos de las
traiciones al país, los asesinatos de líderes estudiantiles como Milton Reyes,
o dirigentes obreros y campesinos cometidos por las dictaduras militares o
gobiernos manejados detrás de bastidores por altos mandos, como fue entre tanto
el de León Febres Cordero. Pero lo más indignante es que con esta clase de figuras
militares marchen hoy a su compás dirigentes de izquierda o de movimientos
sociales, sin que se les caiga la cara de vergüenza.
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P.D. Le invito a que escriba su comentario en el recuadro de abajo, no
importa si está a favor o en contra. Ejerza su derecho a decir lo que piensa.
C. M. Luis Fernando Carvajal Herrera.
Atte.
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